lunes, 6 de diciembre de 2010

" Siempre quiero irme. "

- ¡ Qué chico más gracioso !¿ de dónde eres muchacho ?Pareces andaluz.

- Soy de Huelva señora.

- ¡ Anda ! Pues yo pensaba que eras andaluz, por la lingüística, digo.

- Yaaa

Qué pocas ganas de hablar con nadie.

Para qué le habré dicho nada a la señora sobre si quería sentarse junto a su marido. Ahora seguro que se pasa el viaje hablándome, y además no sabe que Huelva es Andalucía. ¿ De qué puedo hablar con alguien así ?

Me quiero marchar. ¿ Por qué me entran ganas de marcharme cada vez que llego a algún sitio ?

¿ Por qué no puedo concentrarme en que lo que estoy haciendo es lo mejor que puedo estar haciendo en este momento ?

Me quiero ir, pero no sé a dónde, porque cuando llegue me querré marchar de allí también.

Lo que faltaba, ya tenemos al de la fila de delante hablando por el móvil a grito pelado.

¿ Por qué la gente tiene tan poco pudor por lo que dice, por las estupideces que le están oyendo todo el vagón?

¿ Será un problema tecnológico? A lo mejor el móvil ese no se oye bien y por eso grita. No, no, porque he visto y oído gritar a mucha gente distinta, y con teléfonos nuevos.

¿ Por qué cuando llevan a la persona con la que hablan al lado suyo, hablan en voz bajita, y cuando lo hacen por el móvil pegan esas voces?

Me quiero ir, me voy a levantar ahora mismo. ¿ Por qué tengo que aguantar la conversación en voz alta de este imbécil que acaba de gritar que han dicho en la tele que este fin de semana va a llover en Alicante?

¿ Quién soporta a esta gente? ¿ Hay algún Organismo Oficial sustentado con dineros públicos que llama de vez en cuando a los imbéciles para dejarles que digan estupideces y hacerles sentir mejor?

¿ Estoy pagando yo impuestos para que este imbécil grite que va a llover en Alicante este fin de semana?

Me quiero ir. No sería la primera vez que desaprovecho un billete pagado. Me vuelvo a casa y ya. ¿ Y qué hago en casa?

Los últimos cuatro billetes de avión que compré no los utilicé. No llegué a subir. Pero no siempre fue culpa mía. Sólo dos.

- Y qué ¿ vas a ver a la familia el fin de semana, no?

- No, este tren va a Alicante y mi familia está en Huelva.

- Anda, pues yo pensaba que ibas a ver a la familia.

- Yaaaa

¿ Tengo cara de necesitado de cuidados maternales? ¿ Tengo cara de necesitar un buen plato de sopa?

¿ Por qué tengo cara de ir a ver a la familia? ¿ Por qué tengo que tener familia?

No importa, es el esquema de la señora. Las circunstancias que es capaz de pensar sobre lo que hace la gente se resumen en dos o tres patrones nada más. Posiblemente me pregunte ahora si entonces voy a ver a mi novia. En caso negativo, la tercera pregunta será... ¿ y entonces a qué vas?

No tengo ganas de hablar. Me parece demasiado grosero ahora mismo poner el periódico directamente entre su cara y la mía. Si no me hubiera hecho ninguna pregunta..... Pero ahora ya no.

¿ Por qué siempre me tocará la fila que lleva dos asientos enfrente, donde tienes que torcer la cara para no encontrarte con la cara de enfrente?

¿ Por qué no me puede tocar una fila normal, con alguien al lado solamente? Alguien a quien sólo me preocupe no rozarle el codo.

¿ Y si me voy? ¿ Qué pensará la señora si me levanto, cojo mi bolsa y me piro. ¿ Pensará que soy un terrorista y he dejado alguna mochila por ahí.

Igual se lo dice al revisor y me detienen en la estación.

¿ Nadie me puede dar una pastilla para que me desmaye?

- Bueno, parece que ya arranca el tren. A ver si tenemos un buen viaje.

- Siii

El tren ya se mueve.

Ya no me puedo bajar.

Ya no hay solución.

Empiezo a sentirme mejor.

Se ha ido la incertidumbre.

Se ha ido la libertad.

Sólo necesito estar seguro.

Tengo miedo.

Y no sé de qué.

Madrid, Enero de 2006

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